viernes, 24 de junio de 2011

Yonaguni




Arqueología submarina (I): El "Monumento" de Yonaguni

En 1987, Kihachiro Aratake, instructor se submarinismo en la isla de Yonaguni, una pequeña isla japonesa situada al suroeste de Okinawa, cerca de Taiwan, estaba explorando el margen sur de la isla en busca de lugares nuevos para la inmersión cuando se topó con algo que le dejó sin aliento. Lo que él encontró fue asombroso, algo que ha confundido a geólogos, arqueólogos e historiadores como nunca antes.

Hacia 1990, el sismólogo marino Masaaki Kimura, perteneciente al Centro Geológico Oceanográfico de la Universidad de Ryukyu en Okinawa, inició una investigación sobre la estructura descubierta por Aratake, la cual se encuentra a unos docientos metros de la región de Arakawabana. Sus investigaciones no llegaron a Europa y Estados Unidos hasta 1995.






Este complejo consiste en una serie de construcciones formadas por rocas perfectamente talladas y se encuentra a unos 30 metros de profundidad. El sitio incluye una estructura cuadrada fina cubierta con coral, una plataforma gigante con bordes y esquinas, también calles, escaleras y un edificio con arcos. Uno podría decir que las ruinas se asemejan a un altar de la ancestral ciudad. Cubre unos 200 metros de oeste a este y cerca de 140 metros de norte a sur. Su punto más alto ronda los 26 metros.



La construcción tiene un aspecto que ha sido comparado con el de una pirámide escalonada sudamericana o con un zigurat mesopotámico, pero no se encuentra aislada. Junto a ella, como formando parte de un complejo de tipo ceremonial, aparecen los restos de anchos paseos y avenidas flanqueadas por pilones, columnas hexagonales, escaleras, arcadas y diferentes edificaciones, todas construidas con enormes bloques pétreos perfectamente alineados.

Poco después de su descubrimiento, la universidad de Ryukyu formó un "equipo de exploración arqueológica submarina" (UAET) y se embarcó en un proyecto de búsqueda de 8 años. Bajo el mar, al sureste de la isla de Shihuan y en los alrededores, fueron descubiertas más ruinas, incluida una construcción hecha de roca, como una estructura cavernosa rodeada por pilares, una estatua de cabeza humana (similar a una estatua Moai), un arco y estatuas geométricas de tortuga. Lo más sorprendente del descubrimiento fue el "Hieroglíptico" grabado en una pared de piedra.

Lo asombroso es que las ruinas encontradas datan de entre 6.000 ó 10.000 años atrás según estimaciones basadas en los restos fósiles encontrados en el monumento. Todavía más sorprendente resulta que los inexplicables restos submarinos no estén limitados a una única área de la isla. Los investigadores han hallado ocho lugares con formaciones en apariencia artificiales. Entre éstos, los más interesantes, además de los de Yonaguni, son los encontrados cerca de la ciudad de Naha, en la isla de Okinawa, donde existe una pared formada también con grandes piedras talladas.




En recientes exploraciones acuáticas, usando robots, análisis simples de rocas, y una serie de observaciones subacuáticas tripuladas y no tripuladas, fueron descubiertos una serie de "puentes" de tierra que conectan el archipiélago de pequeñas islas de Ryukyu con las tierras del continente de China (dichos puentes se hundieron debido a una serie de cambios geológicos), así como una serie de formaciones topográficas únicas, las cuales pueden haber sido parte de antiguos "templos" o pequeñas "pirámides".

El último puente de tierra que conecta las islas con China puede haber aparecido durante el último período glacial a fines del Pleistoceno, conectando una serie de importantes islas a través de Taiwán, Okinawa y Amani-Oshime con el área de Kyushu.





La mayoría de los historiadores, arqueólogos y geólogos, incluido Robert M. Schoch —profesor de Geología de la Universidad de Boston, conocido por su revisión de la datación de la Esfinge— mantiene que los definidos ángulos rectos encontrados por todas las partes del "Monumento" son parte de un proceso de erosión natural. Kimura y otros discrepan con esta postura. Por el momento la artificialidad está aún en discusión, especialmente entre arqueólogos.
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